Día de Los Muertos
Arte, Memoria y Conciencia en Los Jardines de Cheekwood
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¡Cheekwood Estate & Gardens celebra ya su 25° aniversario del festival del Día de Los Muertos! Este gran evento ha reunido a la comunidad latina desde el año 2000 en un espacio donde es posible reencontrarse con sus raíces a través de la danza, el arte, la música y la gastronomía. El proyecto inició con un programa de actividades dentro de un lapso de cinco horas y conforme a la notoriedad que fue ganando, se ha extendido a dos días de celebración. Este festival es uno de los eventos más esperados en el área metropolitana y ha promovido en los nashvillianos el interés de acercarse activamente a expresiones foráneas. Asistentes de varias culturas procuran llevar un atuendo alusivo al Día de Los Muertos o acceden a maquillarse con los artistas del festival.
La programación ofrece una rica y variada oferta de proyectos de música y danza folklórica en su gran mayoría de tradición mexicana. Por mencionar algunos están las agrupaciones Danza Azteca Guadalupana, Lirios Folklóricos y MNPS Ballet Folklorico Dance Group. Este es otro gran evento que hay que destacar, la participación de las escuelas públicas que promueven la diversidad cultural. Junto con las actividades de danza, los estudiantes también participan en la creación de murales y en la decoración de altares. En el Frist Learning Center Great Hall, por ejemplo, se extendió una colorida exhibición de obras artísticas alusivas al Día de Los Muertos, que incorporaron la tradición mexicana y de Tennessee. Dos obras que llamaron mi atención en esta fusión multicultural, fueron el mural creado por Bellevue Middle School que representaba un altar sobre una especie de mueble de madera al interior de una casa, y en el reposaban portarretratos con las portadas de álbumes pertenecientes a bandas como The Beatles, Nirvana y Led Zeppelin. Los rostros de los integrantes que ya fallecieron estaban cubiertos con el dibujo de una calavera. El segundo mural elaborado por Hendersonville High School retrató los rostros de Hank Williams, Minnie Pearl, Loretta Lynn, Patsy Cline y Johnny Cash en una composición que combinaba elementos en común como las guitarras en la música country y mexicana.
En la exhibición de altares, las escuelas que participaron le dieron también un giro significativo a esta tradición. Paragon Mills Elementary recreó el improvisado techo de una persona sin hogar con un cartel de cartón reutilizado que decía “Housing Now.” El altar estaba tapizado de dibujos de ‘calacas’ elaborados por los niños y que representaban la controversial estadística de personas que mueren en Nashville por vivir en condición de mendicidad. Aventura Comunity School elaboró un altar con un estilo más auténtico y tradicional para promover los pilares de su institución que se enfocan en la formación de estudiantes competentes en las lenguas del inglés y el español. La Policía Metropolitana también estuvo presente con su división Family Intervention Program, con un altar repleto de retratos de las víctimas de la comunidad latina que han perdido la vida en diferentes circunstancias de violencia.
La organización cultural y latinoamericana Misión ConArte tuvo también una participación importante en este festival. Además de elaborar un altar con las obras de arte de quienes hacen parte de este proyecto, estuvo encargado del desfile de Catrinas. La pasarela fue una exhibición de diferentes elementos que identifican la cultura mexicana. Cada modelo incorporó en su vestido una temática especial que revelaba la riqueza de su país por medio del lenguaje iconográfico del personaje de la Calavera Garbancera de José Guadalupe Posada. El Quetzacoátl, la mariposa monarca, las tradicionales muñecas mexicanas y la quinceañera, fueron algunos de las figuras que desfilaron. Cada traje incorporaba con armonía y creatividad minuciosos detalles en la falda y estructuras en el torso o en la cabeza para darle un toque tridimensional mucho más atractivo. Luego de esta demostración desfilaron las primeras tres chaquetas de un proyecto artístico que busca representar la esencia de cada nación a través de la moda. Las piezas que se pudieron observar pertenecían a Honduras, México y EEUU, y fueron elaboradas por artistas nativos de estos países. Las chaquetas eran cuadros andantes llenos de color representando genuinamente la belleza de estos territorios.
El gusto no quedó fuera de esta celebración sensorial. Un corredor gastronómico ofreció los sabores emblemáticos de Guatemala, Perú, Venezuela, Colombia, México y Argentina, desafiando a los asistentes a elegir entre tantas delicias. En esta sección de comidas se ubicaba también una tarima en la que agrupaciones interpretaron clásicos de la salsa, la bachata y la cumbia, creando el ambiente perfecto para una inmersión total en el espíritu de un festival de cualquier región en Latinoamérica. En una celebración de El Día de los Muertos como esta, no solo se conmemora el recuerdo de quienes ya no están en el plano terrenal, sino el recuerdo de quiénes éramos nosotros, los latinos, cuando vivíamos en nuestro hogar.